sábado, 13 de febrero de 2016

Chocolate, bálsamo e Izal

Palabras: Dedo, Yogurt, Carpeta, Esmoquin, Pestillo

Abrir la nevera, sacar un yogurt, coger una cucharilla, dejarlo en la mesa. Encender la tele, ir a la entrada, comprobar que el pestillo estaba echado, volver al salón. Abrir la bolsita de azúcar, verterlo en el yogurt, limpiar los restos de la mesa. Frotar las manos contra el pantalón hasta librarse de esos pegajosos granos adheridos a las yemas de sus dedos. Sentarse en el sofá, estirar las piernas, atender a las noticias y comer.

Una ex policía transexual publicaba sus memorias tras salir de prisión. Otra agente de un pueblucho de la Galicia profunda moría atacada por algún chucho asalvajado. Red de esclavas africanas destapada no muy lejos de allí. Una de las jóvenes declaraba, miedosa y con un torpe castellano, mientras un chaval rubio le pasaba un brazo por los hombros para darle ánimos. Dios, hasta ahí había pasteleo, era hora de irse a la cama.

Apagar la televisión, tirar los restos, fregar la cucharilla. Comprobar de nuevo que el pestillo estaba bien echado, revisar si tenía algún mensaje en el móvil, pasos lentos hacia su habitación. Abrir la puerta del armario, apartar la cazadora de cuero, luego el jersey azul. Mirar fijamente el esmoquin. Acariciar una manga con nostalgia, posar en ella los labios. Otra ojeada. Cerrar el armario, apartar las sábanas, tumbarse. Comprobar de nuevo el móvil, poner la alarma, apagar la luz, a dormir.

Desbloquear pestillo, cerrar la puerta, girar la llave dos veces. Pasillo, ascensor, entrada. Peinarse mirando el espejo, recuerdo que empañaba sus ojos, adentrarse en un nuevo día. Repetir proceso a la inversa, amparado en la noche. Nevera, yogurt, cucharilla, tele, pestillo. Azúcar, dedos pegajosos, sofá, noticias, comer.

Una hacker iraní detenida en directo en el programa de Oprah. Tensiones aumentaban entre las dos costas australianas. Intento de asesinato de la presidenta del gobierno en un hospital de Vigo. La enfermera que se había convertido en la heroína de la noche seguía negándose a dar declaraciones. Se parecía mucho a ella. Quizás realmente nada. Quizás cualquier mujer le recordase a ella. Quizás solo tenían en común el blanco de los ojos. Imposible, no había un blanco tan hermoso como el suyo.

Apagar la televisión, fregar, pestillo, móvil, habitación. Abrir el armario. El esmoquin lo esperaba de nuevo. Posar sus labios en él. Todavía sabía a Irene, podía sentirlo. O quizás no. Quizás todo supiese a ella. Quizás todo supiese a chocolate comido a escondidas, a bálsamo labial y a canciones de Izal. Cerrar armario, mensajes, alarma y a dormir.

La pista de baile poblada por figuras tambaleantes, nacidas del alcohol, ropa elegante y un nuevo año. Una sombra pelirroja apoyada sobre la barra, sus labios posados en una pajita negra, sorbiendo ese néctar que bien podía ser felicidad líquido, bien gasolina para camiones. Un amigo lo empujaba contra ella, el vaso se hacía añicos contra el suelo. Nunca sabría si haría miel o simplemente repostaba. Cabrón.

Se disculpaba. Ella aseguraba que no pasaba nada. Risa tímida, mirada confusa. Le sonaba de algo, susurraba. El aroma de la noche en la estepa siberiana acompañaba a su voz. Dos años en la misma facultad, le recordó, bañándola a su vez con la brisa de los verdes prados escoceses. Sonrisa avergonzada, mirada de disculpa. Dos besos, uno en la mejilla, otro confuso.

Mano fría en su brazo. Muy bonito el esmoquin. Hermoso vestido, respondía. No era mentira, aunque a sus ojos les costase enfocar más que cierta región bajo su húmedo cuello. Quizás mejor tomar el aire, hacía mucho calor. Sí. Brazo alrededor de la cintura. Risa tímida de nuevo, o no tanto esta vez, quién sabe.

Frío en la cara, hombros que tiritan. No te preocupes, no necesito abrigo, pero gracias. Historias, anécdotas, risas que se convierten en carcajadas. Dedos tímidos que juguetean. Ahora se tocan, ahora no. Pulgar bajo la barbilla. Déjame probar una cosa. Chocolate, bálsamo e Izal.

No, eso no había pasado. No podía ser. Dormir, oscuridad, día nuevo. No podía soñar. No había soñado desde aquel día, todo había sido igual. Sudor húmedo, levantarse de la cama, abrir el grifo, agua fría. Todo tenía que ser igual, no podía cambiar. Abrir armario, esta vez sin mirar. Sin mirar. Sin mirar. Ojear esmoquin. No, no podía. Sólo de noche, nada de día. No había pasado, era todo igual. No había soñado, no lo había mirado, era un día normal. Desbloquear pestillo, cerrar la puerta, girar la llave dos veces. Ascensor, espejo, pelo y a caminar.

Obras en la calle. No, eso tampoco podía pasar. Inspirar, expirar, tomar un desvío. Allí estaba lo que había que evitar. Chocolatería a rebosar, dependiente sonriente, recuerdos que duelen. Paso ligero, mirada al suelo, no lo quería ni pensar. Acera, zapatillas, gorriones que se apartaban al caminar. Golpe seco, carpeta al suelo, disculpas. Recoger carpeta, devolverla a su dueña, ojos verdes con tintes de desamor y decepción. Seguir andando. Darse la vuelta. Esa chica no estaba bien. Pensar en perseguirla. Demasiado tarde. Pobre chica, necesitaba ayuda. Pobre él, necesitaba ayuda.

Nevera, yogurt, cucharilla, tele, pestillo. Azúcar, dedos pegajosos, sofá, noticias, comer. Prometedora joven fallecida al caerse por unas escaleras. Astrónomo italiano pidiendo que Plutón volviese a ser un planeta. Científica islandesa abandona su misterioso retiro en la nieve tras cinco largos años. Seguían hablando del atentado yihadista en pleno Madrid. El mundo estaba loco.

Apagar la televisión, recoger, fregar, pestillo, mensajes, habitación. Abrir el armario, apartar ropa, chocolate, bálsamo e Izal. Cerrar armario, cama, alarma, y a dormir. Ojos verdes bajo sus pestañas. Necesitaba ayuda. Levantarse, encender la luz, abrir armario, chocolate, bálsamo e Izal. Abrir ventana, arrojar esmoquin, ver como se posa sobre el asfalto. Adiós Irene. El mundo estaba loco, pero él ya no. 

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"El amor tiene fácil la entrada y difícil la salida." 
Lope de Vega

Cómo alguien me ha comentado, sí, este relato ha sido una oportunidad para complementar lo contado en otros: Delito de odio, El Chupacabras, Sonrisa olvidada, Fish & Chips, Tornillería S.L., Mariposas en el estómago, La clave del éxito, Verde malaquita, El destino viste de plumas, !Que viene Mussolini!, Correo basura y Colágeno

Es un recurso que tenía ganas de usar, y no sé a vosotros, pero me gusta como queda, así que lo seguiré usando mientras no implique que tengas que leer un relato para entender otro. 

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