martes, 24 de enero de 2017

El poderoso Thor

Palabras: Guitarra, Pechos, Esperanza, Thor, Espíritu

-¡Fiona, sal del baño de una maldita vez!

Como siempre, Fiona ignoró el grito de su hermano mayor, y siguió peleándose con los dos calcetines que trataba de colocar bajo el sujetador. Ahora quedaba una más grande que la otra, así se le caería enseguida, puff, ni de coña parecían más grandes si los ponía así… Y por fin, tras casi un cuarto de hora peleándose con ellas, Fiona quedó contenta con el resultado. Se miró al espejo, y dio un par de saltitos para ver si los calcetines se sostenían. Perfecto, ya estaba lista. Si no fuese por ese grano sobre el labio, o ese michelín que se marcaba en su camiseta…

-¡Qué salgas de una puta vez o te juro que te cago en la cama!

Fiona lo insultó como respuesta, pero aun así salió. La cara enrojecida por la ira de Callum la recibió con un gruñido y otro insulto, lo que ella ignoró. Simplemente le dio la espalda y se dispuso a marcharse, pasando antes un momento por su habitación para recoger la mochila. Junto a ella se encontraba postrada una guitarra que hasta un año atrás cualquiera habría considerado bonita, pero ahora no era más que madera polvorienta. Los dedos de Fiona sintieron de nuevo el tacto de las finas cuerdas cada vez que tocaba una nota, sus oídos los torpes intentos que se habían convertido en melodías con el paso de los meses, y su espíritu, lo que era sentir como la música le hacía bailar en lo más profundo de su abstracto ser. Sin embargo, su cerebro solo recordaba una cosa.

-No sé para qué te molestas en aprender esta mierda, si no vas a llegar a nada con ella.

Eso Fiona, no vas a llegar a ninguna parte con esto. No vas a tocar en el Usher Hall, no vas a vivir como Amy Macdonald, no vas a subirte a un escenario con Rise Against, no vas a ser ni de coña la nueva Jimmi Hendrix. Una vez la profesora de música del instituto te dijo que eras buena, y ya está. Teniendo en cuenta que el resto de la clase no había tocado una guitarra en su vida, tampoco era nada del otro mundo.

-Buenos días cariño.

Fiona saludó a su madre dándole un beso en la mejilla, cogió una barrita de muesli, se puso los auriculares y salió por la puerta. Callum normalmente iba al instituto en autobús, pero ella prefería ir dando un paseo por las tranquilas calles del casco antiguo de Edimburgo. O más bien, así tenía tiempo de ir hacer algo que la animaba todas las mañanas, y en el autobús podía coincidir con alguna de sus amigas, y como la viesen…

En cuanto tiró el envoltorio del muesli a la basura, guardó los cascos, abrió la mochila y rebuscó en ella hasta dar con lo que estaba buscando. Aun por encima este era muy viejo, hacía siglos que no lo leía. Ni siquiera recordaba qué le pasaba al poderoso Thor entre esas desgastadas páginas. Así que tocaría descubrirlo.

El dios del trueno era toda la energía que necesitaba para sobrellevar cada día. Se perdía entre sus páginas, se imaginaba que era como él, y era feliz. Luego cerraba el tebeo y se enfrentaba a la cruda realidad, pero en parte el recuerdo seguía ahí. En parte, seguía siendo Thor. Admirada y deseada por todos, poderosa, atractiva, inmortal… Ojalá pudiese ser Thor de verdad. Si era cierto que había una chica londinense a prueba de balas, ¿por qué no podía ser ella la chica escocesa que controlaba las tormentas? Realmente, ni siquiera necesitaba tener el poder de electrocutar a sus enemigos, ella simplemente… Ella simplemente quería sentirse como Thor.

Respeto, admiración, deseo,…  Luchaba por conseguirlos cada uno de los días. Sus amigos, Brodie,… Siempre vivía con el miedo de que la abandonasen cuando descubriesen cómo era de verdad. Pero no lo harían si fuese Thor. No, si fuese Thor estarían a su lado, la querrían, la admirarían. No sabía cómo podían hacerlo ahora, soportar a la estúpida tabla de planchar de sueños imposibles que leía cómics a escondidas todos los días para poder sentirse un poquito menos inútil. Pero lo hacían. Y les debía mucho por ello.

Había seguido todos sus consejos para compensarles. Brodie tenía razón, era una tontería seguir tocando la guitarra. ¿Para qué, si no sabía hacerlo bien? Era solo una pérdida de tiempo. Maisie igual. Aún por encima de que no tenía tetas, no podía permitirse ir comiendo así. ¿Acaso pretendía que un chico como Brodie siguiese con ella si se ponía como una foca? Y gracias a ella, no lo había perdido. Además, habían sido tanto ella como Allison quienes le habían dado la idea de los calcetines en el sujetador. Hoy era el primer día que la ponía en práctica, pero ya se sentía más segura de sí misma. Quizás no tuviese el cuerpo envidiable que tenían sus amigas, pero estaba cada vez más cerca. Así que por primera vez, entró en el instituto como si ella fuese Thor, y dentro le esperase una horda de neoyorquinos agradecidos.

-¿Qué pasa?

Callum la había encontrado horas después, ya de noche, sentada en el suelo de su habitación, con los ojos rojos pero secos de tanto llorar. Fiona no fue capaz de decir nada, y su hermano no añadió nada más. Se acercó a ella, intentando evitar los pedazos de papel que poco antes habían sido la aventura de cierto dios nórdico. Pero ahora sólo eran eso, pedazos. Igual que ella. Horas antes, era Thor listo para ser elogiado. Ahora no era más que una niñita llorona y destrozada que no conseguía encontrar un motivo para reunir sus propios pedazos.

-¿Qué pasó?

-No lo sé.

Pero sí que lo sabía. Claro que lo sabía. Había ido corriendo a ver a Brodie, para sorprenderlo con su nuevo aspecto antes que a nadie. Y vaya si lo había hecho. Nunca lo había visto riéndose tanto. Luego le había dicho que era broma, se había acercado para besarla y… Lo siguiente que recordaba con claridad era un calcetín en la mano de Brodie, otro en el suelo, a sus compañeros señalándola y riéndose… A Maisie y Allison sosteniéndose entre ellas para no caerse de las carcajadas. Y ella se había quedado allí, con el sujetador roto colgando desde su escote, pegada contra la pared, como un cascarón vacío, sin ningún sentimiento dentro. No era, solo estaba.

Callum siguió sin decir nada, pero se sentó junto a ella y se puso a mirar al suelo. Estuvieron unos minutos así, en silencio, hasta que Fiona se fijó en que los ojos de su hermano estaban fijos en una viñeta de Thor volando gracias a su martillo.

-Nunca seré Thor.

Ni siquiera supo por qué lo dijo, pero lo dijo. Ahora, además de sentirse una mierda, no podía estar más avergonzada. Menuda chorrada había dicho. Le acababa de dar a Callum material para meterse con ella durante toda la vida. Notó como su hermano se levantaba, y lo miró, confusa. Quizás ya estaba harto de aguantarla. Pero no se fue. No, se detuvo junto a la puerta, posando la mano en la vieja guitarra, y la miró.

-Claro que nunca serás Thor. Y tampoco quieres serlo. Sabes que no. Tú quieres ser otra persona, solo que no te das cuenta.

-¿Quién?

-¿Tú qué crees?

-¿Jimmi Hendrix?

La carcajada que soltó Callum como respuesta, aunque en cualquier otro momento le habría ofendido, no sabía por qué, pero resultó muy contagiosa. De nuevo, las lágrimas brotaron como locas de sus ojos, pero el motivo no podía ser más distinto. Los dos hermanos tardaron un par de minutos en ser capaces de pronunciar una sola palabra sin echarse a reír, y entonces, ninguno dijo nada. Callum simplemente se quedó mirando fijamente a Fiona, y ella sabía exactamente qué era lo que quería decirle. “¿Qué, ya sabes la respuesta?”. Pero no, no la sabía. Así que agachó la cabeza.

Callum suspiró, se acercó de nuevo a la guitarra, la cogió con cuidado y se sentó junto a Fiona con ella en brazos. ¿Qué iba, a ponerse a tocarla? Porque ella no es que la tocase muy bien, vale, pero él lo más parecido que había tenido entre sus manos había sido una sartén. Pero los dedos de Callum en ningún momento parecieron dispuestos a acercarse a las cuerdas del instrumento, sino que en cambio, lo pusieron en las manos de Fiona. Ella respondió entre murmullos.

-No se me da bien.

-Me da igual. Fi, te odio por hacerme hablar como un puto viejo, pero ahí va. Los dos sabemos que has oído alguna vez el “la esperanza es lo último que se pierde”, ¿verdad?

-Sí.

-¿Y qué le pasó a tu esperanza Fi?

-Que fue lo primero que perdí.

Fiona se sorprendió de su propia respuesta. Ni lo había pensado, pero había salido tan natural de sus labios… Y era cierto. Bueno, no realmente. No había perdido la esperanza, la había tirado a la basura. La había tirado a la basura por agradar a esa gente que se había reído de ella, esa gente que… Esa gente por la que se mentía a sí misma. Se había convencido a si misma de que los quería, que eran sus amigos, que era el amor de su vida… Pero no, solo eran ilusiones.

Eran una de esas fotografías perfectas sacadas entre una discusión y otra, eran un perro al que ves jugueteando con su dueño sin saber que apenas un par de horas antes había sido molido a palos por él, esos moratones que se esconden debajo de las mangas. Bueno, quizás con eso último estaba exagerando, pero al caso. Eran todo aquello que querías que el mundo se creyese, aquello que también querías creerte tú. Pero que te creas algo no implica que sea cierto. Ella misma se creía que estaba siendo feliz. ¡Ja! Y se lo había creído bien eh. Igual que se había creído alguna vez que podría llegar a ser Thor. Pero no lo iba a ser. Y no tenía que serlo. Ni tenía que querer serlo. Solo había una maldita persona en ese mundo qué quisiese ser.

-Fiona. Es decir, yo. Quiero ser yo, no Thor, ni Jimmi Hendrix, ni Amy Macdonald. Solo yo.

-¿Amy Macdonald? ¿De qué hablas? – Callum sonrió.- Da igual. Sí, Fi, a eso me refería. Y yo también quiero que seas tú. Lo que me faltaba, tener una hermana que pudiese carbonizarme con un rayo. Y volviendo a la esperanza perdida, ¿no crees que es hora de…?

-¿Recuperarla? Sí. Pero antes tocará limpiar esto un poco. Y afinarla. Y puede que comprar cuerdas nuevas.

Y rezar porque esa vieja guitarra fuese capaz de hacer bailar a su espíritu de nuevo, pensó para sí misma. Pero sabía que lo haría. Porque daba igual que tocase mejor o peor. A ella le gustaba, y punto. Y daba igual tuviese una tabla de planchar por tetas. Eran suyas, y punto. Y, sobre todo, daba igual que no fuese el poderoso Thor. Ella era Fiona, y punto.

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"Y lo que opinen los demás, está de más." 
José María Cano

Para saber algo más sobre la chica londinense a prueba de balas, podéis leer A prueba de balas.