Palabras: Gótico, Huidizo, Labilidad, Correlativo, Esperpento
-¡Eh tú, esperpento!
Jukka intentó ignorarlo y aumentó
el ritmo con el que retiraba la nieve de su bicicleta. Varias voces repitieron
el grito, y entonces se giró. Los pesados de siempre. Media docena de chavales,
que no debían tener ni dieciocho años, lo señalaban y gritaban mientras se
acercaban a él. Jukka apuró, abrió el candado y se montó en la bici, sin
importarle la capa helada que aún cubría el sillín. Pedaleó a toda velocidad, con
el culo empapado y su capa ondeando aparatosamente a su espalda, hasta que de
repente notó como una de las ruedas se movía hacia donde no debía, la gravedad
dejaba de tener sentido y la nieve y su espalda crujieron al unísono.
A lo lejos pudo escuchar como los
adolescentes se deshacían en carcajadas, y trató sin éxito de reprimir las
lágrimas de dolor y vergüenza mientras una desconocida le ayudó a incorporarse.
Se lo agradeció rápidamente y se montó en la bicicleta de nuevo, alejándose lo
más rápido posible de las risas y los aullidos de “esperpento”. Como le solía
pasar en momentos como ese, sus lágrimas fueron sustituidas por unas incontenibles
carcajadas, ahogadas por el viento, que era incapaz de comprender ni reprimir.
En cuanto llegó a casa, con la
espalda dolorida y el orgullo hecho escombros, se quitó la capa y las botas
negras y se dejó caer en el sofá. Como siempre, encendió la televisión mientras
cogía un espejo de mano y unas toallitas desmaquilladoras. Limpió la capa
blanca que cubría su cara y el negro de sus labios, al mismo tiempo su mente se
sumergió en una noticia sobre el segundo retiro de Michael Jordan de la NBA.
Todavía no podía creérselo. Jukka sintió como las lágrimas comenzaban a
deslizarse por su rostro a medio desmaquillar y cambió de canal. Menos mal que
no había nadie para verlo. En la pantalla aparecía ahora una reportera
informando del tiroteo cometido por una mujer en la capital, y en cuanto notó
que el llanto quería apoderarse de nuevo de su ser, apagó la televisión y se
centró en las toallitas.
En su mente se quedó grabada la
imagen de la joven periodista en las calles nevadas de Helsinki, y pudo sentir
de nuevo la punzada de dolor al golpearse contra el suelo, las manos rojas del
frío y, sobre todo, los insultos. Unos insultos que no eran cosa de un día, ni
de una persona, unos insultos que lo perseguían todos los días de su vida, sin
importar lo rápido que huyese de ellos. Las miradas de asco que le dirigían,
las madres que apartaban a sus hijos de su camino, los dedos señalándolo por
doquier,… ¿Y cómo respondía él? Huyendo. Siempre huyendo.
Estaba apretando con tanta fuerza
el mando de la televisión que tuvo que soltarlo de golpe para que la sangre
volviese a circular por sus dedos. Mejor nada de pensar en esperpentos, ni en Air
Jordan, ni en la labilidad emocional que le hacía aún más difícil la vida.
Cogió el discman, se puso los auriculares y dejó que The Cure calmase sus
atolondradas neuronas mientras terminaba de desmaquillarse.
-¿Qué significa correlativo, tito
Jukka? –le preguntó su sobrina al día siguiente, mientras le ayudaba con sus
deberes.
-Pues algo correlativo es algo que
está relacionado con otra cosa, y que cambia cuando cambia esa otra cosa.
Mmmmm, espera Riikka, mejor déjame pensar un ejemplo. Mira, por ejemplo, el
crecimiento de la barba de tu padre es correlativo al tiempo que tu madre está
fuera por trabajo.
Tapio pegó una colleja a su hermano
pequeño nada más oír el comentario, y Riikka sonrió y asintió, asimilando la
respuesta.
-¿Es como cuando la barriga de papi
crece más cuanto más días pasamos en casa de los abuelos?
“O como tu tío pone pies en
polvorosa cada vez que escucha la palabra esperpento”, pensó Jukka, aunque se
limitó a asentir afirmativamente a su sobrina. Riikka se puso a escribir en su
cuaderno y Jukka prosiguió la conversación con su hermano, quien tampoco se
había recuperado de lo que ambos coincidían en que se trataba un punto y aparte
en su deporte favorito. La charla se vio acompañada por los arrítmicos silbidos
de Riikka, y aunque Jukka trataba de perderlos en el sonido ambiente, le
molestaban más y más cada vez, hasta tal punto que tuvo que cortar a Tapio
abruptamente, diciendo que tenía cosas que hacer, y dejó apresuradamente el
apartamento.
Jukka se apoyó contra la pared del
rellano y se dejó caer mientras apretaba los puños con fuerza. Desde allí podía
escuchar la voz ensordecida y confusa de Riikka preguntando a Tapio qué había
pasado. Se maldijo. Su hermano lo conocía perfectamente, sabía que incluso algo tan simple como el adiós de Michael Jordan podría haberlo hecho reir, llorar y romper la pared de un puñetazo. Pero ella… Esta vez Joy Division fueron los
encargados de intentar distraerlo, pero no fueron capaces. No podía dejar de
pensar en lo que casi le respondió a su sobrina. Quizás no solo era correlativo
que huyese cada vez que le insultaban. ¿Y si le llamaban esperpento porque
huía? ¿Y si lo único que hacía era dar fuerza a un círculo vicioso del que no
podía escapar? Tal vez la única forma de huir de él era no huyendo.
-¡Oye, esperpento, ven aquí!
Como un reloj, todos los días
a la salida del trabajo, allí estaban. Sin embargo, esta vez no correría
como un corderito asustado, pero tampoco se enfrentaría a ellos. Se limitó
simplemente a seguir caminando a un ritmo normal hacia su bicicleta, a
retirarle el candado con calma para poder irse a casa. Esperpento no era más
que un conjunto de letras, una palabra que, como cualquier otra, se llevaba el
viento. Podría hacerle daño, sí, pero no tenía por qué tenerle miedo. Los
chavales seguían gritando, sus voces cada vez sonaban más cercanas, pero él no
se inmutó. Hasta que las sintió demasiado cerca, alzó la cabeza del candado y
se dio cuenta que lo habían rodeado. Le dio un ataque de risa, y ellos a él una
paliza. Eso no quería decir que no hubiese tomado una buena decisión, que no
había hecho bien. Solamente significaba que se había olvidado de tener en
cuenta una cosa. La gente puede ser muy imbécil.
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"Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y el universo no estoy tan seguro."
Albert Einstein